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Periodista, reportero, articulista, cronista...


En mis años trabajando para medios del motor, en algunas ocasiones se referían a mí como periodista, algo que no es que llegase a molestarme, pero que en gran medida me "chirriaba". No soy periodista, no estudié periodismo, ni tampoco se puede decir que perdiera mucho el sueño por serlo. La profesión de periodista tiene todos mis respetos, pero no es algo que envidie ni me agrade.

Yo siempre prefería definirme con un término muy habitual en el mundo anglosajón y que, por desgracia, en el entorno latino apenas se usa correctamente: el de reportero (reporter).

¿Estamos saturados de información?


Mientras iba buscando información sobre la Green Cola, me llamó la atención un hecho muy curioso: en los primeros puestos de los buscadores había muchísimas páginas hablando de ella, pero todas, básicamente, decían lo mismo. Repetían lo mismo que decía el fabricante en su campaña o en sus notas de prensa, o en las notas de agencia. Una tras otra, página tras página, site tras site y portal tras portal, iban dando la misma información, cambiando -seguramente por cuestiones de SEO- alguna palabra aquí o allá, alguna frase aquí o allá...

Me llamó la atención que entre todas esas páginas había algunas -que conozco muy bien- que lo único que aportan es contenido estratégicamente situado para aparecer en los primeros sitios, con técnicas más o menos depuradas. Ninguno de esos sitios aportaba realmente algo de valor, algo que no fuera lo que ya se había contado, en definitiva: algo que cualquiera no pudiera haber leído dirigiéndose a la campaña del propio fabricante.

¿Por qué la prensa rosa no triunfa con los hombres?


Cuando era pequeño una de mis mayores aficiones era bajar al quiosco y comprar revistas de música, y de las que ahora se llaman "del corazón". Me encantaba especialmente la revista Semana, y entre sus anuncios y sus reportajes de la vida de personajes famosos veía un espejo en el que reflejarme, personas exitosas a las que imitar.

A medida que crecí y empecé a ser más juicioso, por supuesto todo aquello pasó, ya no adquiero revistas del corazón, aunque amigas de mi misma edad sí que continúan leyendo la Pronto, la Lecturas, la Diez Minutos... Porque han cogido la costumbre de leerlas antes de acostarse, o en la sobremesa, cuando tienen unos minutos de descanso tras realizar las tareas de la casa y de la mañana. Otras, más"sofisticadas" ellas, compran la Marie Claire o la Olga, en esos formatos "de bolsillo" que tan de moda se han puesto, para leerlas mientras van o vuelven del trabajo, en el tren o en el autobús.

Economía de escala (o por qué las bombillas que fabricamos aquí se venden en China)


Tengo un amigo que posee un taller, en el cual se dedica a la construcción y montaje de diferentes elementos arquitectónicos para servir de decoración y utilería. Él siempre defiende los productos de origen español y a los proveedores españoles, e intenta adquirir las piezas que él no puede construir, así como las piezas accesorias, siempre en proveedores regionales y, de no ser posible, en proveedores nacionales. De esta forma intenta proteger no solamente el producto español, sino el trabajo hecho por mano nacional.

Pero hace unas semanas, mientras conversábamos me decía que estaba intentando encontrar unas piezas para uno de sus modelos que no encontraba por ningún sitio, y que él creía que quizá incluso ni se producirían cosas como la que buscaba. Me comentaba que estaba sopesando el producir esas piezas él mismo, aunque eso le fuese mucho más caro. Las piezas que él pensaba producir serían de aluminio y para ello tendría que adquirir grandes listones de ese metal. Luego, a otro proveedor, encargarle cortarlos a determinadas medidas y con determinadas formas, y hacer finalmente él mismo la terminación y el acabado.