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Año nuevo, agendas nuevas: MiquelRius Activa y MiquelRius Pro


Durante las últimas semanas de cada año hay ciertas costumbres que se repiten: villancicos, dulces y gastronomía diversa navideña, el sorteo de Navidad, el belén y adornos navideños, la carrera de San Silvestre... Y las compras y regalos, claro. Entre esas compras hay un artículo especial que es imprescindible, bien sea para regalar, o para nuestro uso personal: las agendas.

Los teléfonos móviles, smartphones y ordenadores no han conseguido ni mucho menos eclipsar a las agendas en papel, por muchas razones. Entre esas razones destacaría, por ejemplo, el acceso y disponibilidad en todo momento, sin necesidad de enchufes ni baterías; la facilidad de encontrar la información, y sobre todo: el poder hacer de esa información algo mucho más fiable, sin temor a que se nos dañe o sus datos se corrompan, como puede ocurrir en las agendas electrónicas de los smartphones o del ordenador. Además, para usarlas no necesitaremos conexión ninguna, algo esencial porque no siempre la conectividad a Internet es fiable.

¿Cómo eran las agendas en los años noventa?


Aprovechando que he tenido la oportunidad, y dado que recientemente he tratado el tema de lo completas que eran las agendas de antes, con ocasión de las reviews que he hecho sobre algunas agendas y dietarios de este año, vamos a hacer un apasionante viaje al pasado y, como si acabasen de salir de la editorial, vamos a analizar algunos modelos de agendas de los años noventa.

En algunos de esos modelos han caído sobre ellos más de veinte años, puede que muchos de nuestros pendrives y tarjetas de memoria no puedan decir lo mismo. Por cuestiones de privacidad, en algunas agendas he ocultado información escrita, pero en lo demás la agenda aparece tal y como está ahora, o sea, con muchos años a sus espaldas. Sé que os resultará sumamente interesante esta curiosa comparativa entre las agendas del pasado, cuando ese mercado vivía los últimos coletazos de un tiempo que no se volvería ya a repetir.